El entorno económico que ha condicionado a la sociedad venezolana en el siglo XX, se caracterizó por una extrema dependencia hacia el sector petrolero. Ello influyó en el establecimiento de un modo de relaciones inestables entre el orden ecológico y el orden económico. Las actividades antrópicas entonces devinieron en una orientación industrialista que se impulsó en el proceso de sustitución de importaciones, llevado a cabo entre las décadas de los 60 y 70, con claras consecuencias de una distribución hiperconcentrada de la población en áreas urbanas localizadas en la zona Norte-Costera. De allí que es necesario una comprensión del estilo de desarrollo y sociedad, así como replantear las bases en que se apoya el sistema económico. El cual se fundamenta, tanto en la teoría como en la práctica, en el crecimiento económico y la maximización de los beneficios de los agentes económicos. Dicho enfoque es apoyado por la ciencia económica convencional, dejando a un lado las interconexiones entre el ámbito económico y la ecología, presentándose serios problemas de contaminación, alta generación de desechos y residuos, destrucción de espacios naturales, disminución de la diversidad cultural y biológica, y deterioro de la calidad de vida en los sectores sociales más vulnerables.
Más sobre Economía Ecológica en:
http://www.estudiosdeldesarrollo.net/coleccion_america_latina/sustentabilidad/Sustentabilidad10.pdf
Protección, inversión extranjera y exportaciones: su papel en el desarrollo
Todos los gobiernos seguidores de las políticas neoliberales han argumentado que los tratados de libre comercio que se quieren implantar en América Latina, como el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), son necesarios porque el mercado interno es demasiado “estrecho” y que las exportaciones son la única fuente de crecimiento económico. Además han insistido en las virtudes de la inversión extranjera. La política que se aplica en consecuencia es adoptar, por medio de tratados o en forma unilateral, medidas dirigidas a estimularla Inversión Extranjera Directa, IED, y fomentar las exportaciones. Sin embargo a través de la historia podemos demostrar las falacias de tal argumentación.
Los países desarrollados llegaron a serlo, inicialmente por la industrialización, esta dió un impulso sin precedentes al comercio, al desarrollo tecnológico, a la división del trabajo y significó el cese de la producción en el seno de los hogares, que en su momento se llamó producción a domicilio. Se reemplazaron las formas artesanales por las fábricas como unidades básicas de producción y ellas, al comienzo con la industria textil, encontraron de inmediato un mercado interno conformado por los antiguos productores domésticos convertidos en asalariados. La industrialización revolucionó la economía mundial y constituyó la base sobre la cual los países desarrollados edificaron su poderío durante el Siglo XIX. Es evidente que Estado jugó un papel vital en el desarrollo de la industria de estos países Capitalistas, incluyendo desde el principio fuertes políticas proteccionistas que significaron concentrar en su mercado la fuente principal de desarrollo industrial. Esto fue así a pesar de que, en especial en Estados Unidos, se ha cultivado una retórica que atribuye su éxito económico al libre mercado y a la supuesta ausencia del Estado en materia económica.
Todavía hoy, en pleno auge del neoliberalismo, el mercado interno sigue siendo la principal base de crecimiento de los países más avanzados y de los nuevos países industrializados, estos lo han logrado protegiendo su economía y fortaleciendo el mercado interno.La IED , se ha desplazado a varias regiones del Tercer Mundo, principalmente aquellas en las cuales además de mano de obra barata existen sistemas adecuados de comunicaciones, infraestructura apropiada, personal calificado, proximidad a mercados o fuentes abundantes de materias primas estratégicas, como es el caso del petróleo. Muchas multinacionales aprovecharon esta situación para instalar plantas y apoderarse de esos mercados relativamente protegidos.
Las falacias que acompañan defender la suscripción de tratados de libre comercio no tienen sustento empírico ni histórico. A lo único que conduce renunciar a tener un proyecto soberano de desarrollo, dejándolo al vaivén de las fuerzas del mercado, es a profundizar la dependencia y el subdesarrollo. El ALCA o el tratado bilateral con Estados Unidos no son más que la imposición de unos parámetros económicos no aplicados por ninguno de los países que hoy muestran un progreso económico.
Lic. Mílvida Hernández.
La economía neoclásica y hegemónica establece que los problemas ambientales obedecen a las fallas de mercado, en consideración de que los precios no incorporan la información exacta de los "costos ambientales", por ello se categorizan como "externalidades". Esto en un claro sesgo por favorecer, epistemológicamente, el lugar nuclear del mercado como mecanismo asignador eficiente de recursos en la toma de decisiones de los agentes económicos individualistas.
Ante esa lógica del mercado se levanta la economía ecológica, perspectiva sistémica asociada a la comprensión del proceso económico con una visión termodinámica (Georgescu-Roegen, 1977). Es decir, se evalúa a éste en base a los flujos de energías y materias que se establecen entre las actividades humanas y el entorno. Ya no se trata de elementos externos al sistema económico, sino que el sistema económico tiene una ineludible conexión con respecto al sistema ecológico, gracias a los niveles de entropía que resultan de los patrones de consumo y producción.
La dinámica de ambos sistemas se influyen mutuamente. El sistema económico a su vez se edifica permanentemente en una base de valores que expresan el modo de relaciones de quienes participan y el ambiente que los rodea. Entonces, lo ético juega un papel fundamental para que las consecuencias ecológicas de los procesos económicos presenten niveles característicos de entropía alta, media o baja. Así que la economía ecológica es un saber integrador socioambiental que concibe a la economía y sus procesos como consecuencias de construcciones culturales relacionadas con el entorno a través del intercambio de energía y materia.
La dinámica de ambos sistemas se influyen mutuamente. El sistema económico a su vez se edifica permanentemente en una base de valores que expresan el modo de relaciones de quienes participan y el ambiente que los rodea. Entonces, lo ético juega un papel fundamental para que las consecuencias ecológicas de los procesos económicos presenten niveles característicos de entropía alta, media o baja. Así que la economía ecológica es un saber integrador socioambiental que concibe a la economía y sus procesos como consecuencias de construcciones culturales relacionadas con el entorno a través del intercambio de energía y materia.
La imposición de la lógica del mercado ha conseguido anteponer la eficiencia económica frente a la eficiencia ecológica, con resultados tan devastadores, por ejemplo, como la pérdida de suelos destinados a la producción de alimentos para ser utilizados al beneficio de las actividades especulativas e inmobiliarias, disminuyendo las potencialidades de la soberanía alimentaria, las condiciones ambientales del territorio y sus mismos habitantes. Tal imposición no es producto de la nada, sino más bien de la aplicación de las políticas que exigen los organismos multilaterales a los países endeudados con la banca transnacional, a través de la desregulación de los mercados de bienes y servicios, privatizaciones, retirada del Estado en la intervención económica y disminución de los gastos sociales y ambientales, entre otras. Lo anterior tiene como causa final a la globalización, con la promesa nunca cumplida de incorporar dichos países a niveles de consumo característicos de los industrializados.
También es clave la estructura y escala de valores que el capitalismo ha consolidado para condicionar conductas orientadas hacia la acumulación (bien sea de poder, bienes, símbolos, etc.), reforzando los procesos de planificación y toma de decisiones centralizados y orientados hacia la imposición individualista del mercado. En razón de lo anterior, el estudiante ubevista del Programa de Formación en Gestión Ambiental ha de formarse en la comprensión amplia de los patrones de consumo y producción y el cómo estos han derivado consecuencias para la calidad de vida, es decir, la constitución de un conocimiento crítico de la realidad económica y las consecuencias ecológicas en su entorno, basándose en los principios de la economía ecológica, que obviamente incluyen una ética ecológica asociada a un desarrollo ecológicamente sustentable, socialmente justo, políticamente democrático y culturalmente digno.
FUENTE: Introducción Gruia de Economía Ecológica , (Universidad Bolivariana de Venezula)
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Protección, inversión extranjera y exportaciones: su papel en el desarrollo
Todos los gobiernos seguidores de las políticas neoliberales han argumentado que los tratados de libre comercio que se quieren implantar en América Latina, como el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), son necesarios porque el mercado interno es demasiado “estrecho” y que las exportaciones son la única fuente de crecimiento económico. Además han insistido en las virtudes de la inversión extranjera. La política que se aplica en consecuencia es adoptar, por medio de tratados o en forma unilateral, medidas dirigidas a estimular
Los países desarrollados llegaron a serlo, inicialmente por la industrialización, esta dió un impulso sin precedentes al comercio, al desarrollo tecnológico, a la división del trabajo y significó el cese de la producción en el seno de los hogares, que en su momento se llamó producción a domicilio. Se reemplazaron las formas artesanales por las fábricas como unidades básicas de producción y ellas, al comienzo con la industria textil, encontraron de inmediato un mercado interno conformado por los antiguos productores domésticos convertidos en asalariados. La industrialización revolucionó la economía mundial y constituyó la base sobre la cual los países desarrollados edificaron su poderío durante el Siglo XIX. Es evidente que Estado jugó un papel vital en el desarrollo de la industria de estos países Capitalistas, incluyendo desde el principio fuertes políticas proteccionistas que significaron concentrar en su mercado la fuente principal de desarrollo industrial. Esto fue así a pesar de que, en especial en Estados Unidos, se ha cultivado una retórica que atribuye su éxito económico al libre mercado y a la supuesta ausencia del Estado en materia económica.
Todavía hoy, en pleno auge del neoliberalismo, el mercado interno sigue siendo la principal base de crecimiento de los países más avanzados y de los nuevos países industrializados, estos lo han logrado protegiendo su economía y fortaleciendo el mercado interno.
Las falacias que acompañan defender la suscripción de tratados de libre comercio no tienen sustento empírico ni histórico. A lo único que conduce renunciar a tener un proyecto soberano de desarrollo, dejándolo al vaivén de las fuerzas del mercado, es a profundizar la dependencia y el subdesarrollo. El ALCA o el tratado bilateral con Estados Unidos no son más que la imposición de unos parámetros económicos no aplicados por ninguno de los países que hoy muestran un progreso económico.
Lic. Mílvida Hernández.
Interesante lectura!!!
La economía ecológica como un sistema diferente de conocimiento
Ir a este enlace: http://habitat.aq.upm.es/boletin/n8/afagu2.html
HidroAysén: crecimiento sin desarrolloRoberto Pizarro.*
La reciente aprobación medioambiental del proyecto HidroAysén ha generado protestas inéditas. La molestia no es sólo de los habitantes de la zona directamente afectada sino ha recorrido todo Chile. Junto a los cuestionamientos técnicos y sociales se destaca el fracaso de la institucionalidad medioambiental, que ha mostrado escasa independencia frente al poder empresarial y al aparato político gubernamental.
Aysén, maravilla del confín patagónico chileno, es región de vasta geografía y blancos glaciares. En una superficie de 110.000 kilómetros cuadrados, cien mil habitantes conviven en armonía con bosques milenarios, caudalosos ríos y canales marítimos, que entregan fundamento a leyendas y mitos interminables.
La sabiduría de los políticos de antaño supo reconocer este bello y prístino territorio. Ello permitió que la región se constituyera en un activo ecológico de la Humanidad, con el cincuenta por ciento de su superficie destinada a áreas protegidas: cinco Parques Nacionales, doce Reservas y dos Monumentos Naturales.
Aysén es, en consecuencia, lugar de investigación científica, con vocación turística incuestionable y reserva estratégica de agua dulce para el planeta.
Sin embargo, el poder empresarial, con el apoyo del poder político, ha decidido desafiar esa geografía natural y su ecosistema, desestimando además el valor económico del turismo. Endesa (España) y Colbún (Grupo Matte) se propusieron impulsar la construcción de cinco centrales hidroeléctricas en los ríos Baker y Pascua, con el propósito de generar 2.750 MW, mediante la inundación de 5.910 hectáreas.
El negocio de este proyecto faraónico agita el argumento del crecimiento para instalar la urgencia energética en la conciencia colectiva.
La construcción de las cinco represas tiene costos sociales y ambientales insoslayables. La implantación de embalses artificiales modificará la composición química de las aguas, lo que condenará a muerte a sus comunidades biológicas y destruirá el ecosistema fluvial en los ríos Baker y Pascua.
Al mismo tiempo, durante los 10 años de construcción del proyecto, se producirá un trastorno inédito en los asentamientos humanos de la región, en el paisaje, la vida natural y el turismo de la zona. La Laguna de san Rafael, reserva ecológica, se verá directamente afectada en 19 hectáreas.
En segundo lugar, el negocio hidroeléctrico trasciende la región de Aysén. En efecto, la rentabilidad de las centrales sólo se hará efectiva al atender la demanda industrial, y muy especialmente la minería radicada en el norte del país. Con tal propósito se instalarán 3.800 torres de alta tensión a lo largo de 2.200 kilómetros, con una franja de 100 metros de servidumbre, desde Aysén hasta el centro del país (Melipilla), pasando por 9 regiones y 66 comunas.
En suma, el proyecto interviene no sólo la geografía y el ecosistema de la zona más bella del país, sino introducirá una herida profunda a lo largo del territorio chileno.
En tercer lugar, la escasa independencia de los organismos evaluadores cuestiona la aprobación de HidroAysén. Por una parte, la revisión medioambiental, y su aprobación, correspondió a funcionarios dependientes del poder ejecutivo, delegados en la zona de Aysén; vale decir, personas subordinadas a los ministros de distintas áreas del gobierno central. Incluso, el mismo día de la votación el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, declaró públicamente que el proyecto debía aprobarse, entregando así una señal ineludible a los técnicos gubernamentales.
Por otra parte, las manifiestas presiones empresariales y de la autoridad política provocaron cambios de parecer en los organismos revisores del proyecto, pasando en varios casos del rechazo a la aprobación. Finalmente, se desestimaron miles de demandas de la sociedad civil, componente esencial del sistema de evaluación medioambiental.
En consecuencia, existen razones fundadas para la protesta ciudadana contra el proyecto HidroAysén. Adicionalmente, resulta sorprendente que ya aprobadas las cinco represas se inicie, por separado, la evaluación medioambiental de las líneas de trasmisión. Así las cosas, en la práctica no existe la opción de rechazo a este segundo proyecto habiéndose aprobado el primero.
La aprobación de HidroAysén ha ratificado, una vez más, la inexistencia de una estrategia de desarrollo en el país y adicionalmente pone al descubierto el desinterés por las energías alternativas renovables No hay prioridades ni trayectorias diseñadas por la autoridad política.
Así las cosas, el mundo de los negocios decide y presiona en torno a sus propios intereses el camino que debe seguir el país, mientras el aparato político desatiende los intereses nacionales, sociales y medioambientales. En estas condiciones, la institucionalidad medioambiental resulta inútil, habiendo perdido el carácter técnico que le dio origen.
* Economista.
Publicado originalmente en http://www.generacion80.cl/
Los seres humanos consumen cada año "una Tierra y media"
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Panorama.com.ve
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martes 15 de mayo de
2012 10:47 AM
BBC / Estados Unidos |
La Tierra tarda un año y medio en reponer los
recursos que la población global consume en un año y esto no es sostenible,
señala el documento. La demanda de recursos naturales a nivel global se
duplicó desde 1966 y si cada habitante del planeta consumiera como un
estadounidense medio, se requerirían cuatro planetas para satisfacer esta
demanda.
Los datos se encuentran en el informe "Planeta
Vivo 2012", según el cual la biodiversidad mundial se ha reducido en un
30% en promedio desde 1970 a 2008 y el impacto mayor se ha sufrido en los
trópicos, donde la pérdida de biodiversidad llegó a un 60%.
El Fondo Mundial para la Naturaleza llama
en forma urgente a la búsqueda de soluciones en la conferencia Rio+20, el
encuentro internacional que tendrá lugar en junio en la ciudad brasileña dos
décadas después de la Cumbre de la Tierra de 1992.
"Rio+20 es una oportunidad para que el mundo
despierte de una vez a la necesidad de un desarrollo sostenible", afirmó
David Nussbaum, presidente de Fondo Mundial para la
Naturaleza en el Reino Unido.
"Necesitamos incrementar el sentido de
urgencia. No se trata sólo de algo que afectará nuestras vidas, sino también
del legado que dejaremos a las generaciones futuras".
Huella ecológica
Para evaluar el estado de la
Tierra, el Fondo Mundial para la Naturaleza utilizó dos
herramientas, el Índice Planeta Vivo, que considera la salud de los
ecosistemas, y la llamada Huella Ecológica, que mide la demanda y uso de
recursos en relación a la capacidad de regeneración de los mismos.
Los diez países con mayor huella ecológica del mundo
son Qatar, Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos, Dinamarca, Estados Unidos,
Bélgica, Australia, Canadá, Holanda e Irlanda.
El informe toma en cuenta no solo el impacto de la
actividad económica a nivel nacional, sino los recursos utilizados en
productos importados.
"Puede sorprender ver a países como Dinamarca,
conocidos como ecológicos, en una posición tan alta", dijo Gemma
Cranston, de la Red Global de la Huella Ecológica, coeditora del informe.
"Pero la huella toma en cuenta las
importaciones y su costo para el medio ambiente".
Los países ricos tienen de media cinco veces más
impacto que los menos desarrollados, pero el mayor declive en biodiversidad
lo sufren los países más pobres, que "subsidian el estilo de vida de los
países ricos", según el documento.
El documento apunta que las economías emergentes de
los paises denominados BRICS (Brasil, Rusia, India, Indonesia, China y
Sudáfrica) y las naciones de ingreso medio aumentaron su huella ecológica.
El Fondo también midió mensualmente la escasez de
agua en más de 400 sistemas fluviales, concluyendo que cerca de 2.700
millones de personas sufren falta de agua al menos un mes cada año.
El informe apunta además a la necesidad de cambiar
lo que considera otro problema crucial: el desperdicio de 30% de alimentos a
nivel global que o bien son botados en los países ricos o no pueden ser
almacenados por falta de infraestructura en los países en desarrollo.
"Más importante que el
dinero"
El documento fue elaborado conjuntamente con la Red
Global de la Huella Ecológica, Global Footprint Network, y la Sociedad
Zoológica de Londres, ZSL por sus siglas en inglés.
"Si se tratara de un declive similar en las
bolsas de valores, habría pánico en los mercados internacionales", dijo
Tim Blackburn, de ZSL.
"La naturaleza es más importante que el dinero.
La humanidad puede vivir sin dinero, pero no podemos sobrevivir sin la
naturaleza y los recursos que provee".
El informe recomienda varias medidas, como la
reducción drástica del uso de combustibles fósiles y su sustitución por
energías renovables, el fin de subsidios a actividades de gran impacto
ecológico, el uso más eficiente del agua y la compra y producción de
productos fabricados en forma sostenible.
El borrador del documento central de discusión para
la conferencia Rio+20 también recomienda que los gobiernos utilicen medidas
de actividad económica que incluyan el costo del impacto ecológico y el uso
del llamado "capital natural".
No es demasiado tarde para cambiar de rumbo, dijo
Nussbaum, pero "debemos tratar este problema con la misma urgencia y
determinación con que se enfrentó la crisis financiera".
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